Er. Santos: En la peña El Chato de la isla de San Fernando

Sobre el flamenco

Nadie nace sabiendo y todos nacemos con el potencial para aprender todo lo que queramos El flamenco se aprende como todo, lo que ocurre es que hay muchas formas de aprender. Si mi padre canta y estoy escuchándolo desde que nací y tengo las cualidades adecuadas es evidente que aprenderé a cantar como mi padre por imitación. Desde que nacemos todas las sensaciones de todo tipo nos enseñan y poco a poco van forjando nuestra personalidad. Hay personas que cantan por imitación personas que cantan para expresar sus vivencias personas que cantan por placer personas que cantan porque no saben hacer otra cosa personas que cantan por dinero personas que cantan para expresar su sufrimiento personas que cantan para expresar su alegría y todas merecen un respeto si lo hacen desde y con el corazón El cante flamenco se nutre del sentir de cada individuo. Hay cantaores que transmiten rabia hay cantaores que transmiten pellizco hay cantaores que transmiten alegría y hay cantaores que transmiten sufrimiento. Pero no nos confundamos, el cante es una liturgia que necesita de dos personas, una que canta y otra que escucha. El que canta tiene que entregarse por completo y el que escucha tiene que prestar toda su atención y es entonces cuando puede que se manifieste el duende. Porque al duende, como a los sentimientos no se le puede domesticar _________________Er. Santos

Una reflexión personal

Si el arte flamenco en general es la expresión del pueblo pongamos andaluz y español por aquello de no dejar a Extremadura fuera. Y el pueblo está formado por personas que se reúnen para poder expresar sus penas y alegrías a través del cante y del baile. ¿Porqué no se fomentan este tipo de reuniones?. Gracias a Dios, o por suerte, los aficionados se siguen reuniendo, cantando con papas aliñas o carne con tomate y ahí no hay ni buenos ni malos, solo personas que se desahogan cantando, expresando sus emociones, disfrutando como niños y que por supuesto son la base y los cimientos de esto que se ha dado en llamar “Arte Flamenco”. Después vienen los listos del pueblo lo pulen, lo compartimentan, lo meten en cajitas le ponen un lacito, lo venden y vamonos que nos vamos. Pero eso es otra historia.

Teoria sobre la evolución del cante

Me decía mi hermano, gran aficionao al cante y mucho más entendio que yo, que una de las causas de la evolución del cante flamenco ha sido, sin duda, la mala memoria de los cantaores, y me daba sus argumentos. En los tiempos en que no existían aparatos reproductores, ni grabadores y ni tan siquiera la radio, o bien esta llegaba a pocos lugares, solo se podía aprender a cantar, o por transmisión oral familiar o bien escuchando a otros cantaores. Los cantes, que se han transmitido de generación en generación, de padres a hijos, probablemente estén menos desvirtuados porque es, en el entorno familiar donde pasamos la mayor parte de nuestra existencia y al escuchar muy a menudo los cantes, desde la infancia se nos fijan muy bien en la memoria. Los cantes que escuchaban los cantaores unos de otros, a lo mejor solo lo escuchaban una o dos veces y cantaores con mucho oído y muy buena memoria los incorporaban a su repertorio, pero claro, la memoria por muy buena que sea a veces falla y te falla en el justo momento de la ejecución del cante y es entonces cuando la capacidad de improvisación, el buen oído musical y el conocimiento natural de las técnicas cantaoras hacia variar el cante primitivo. Esta variación podía ser genial, trivial o simplemente desastrosa. Por supuesto cuando les salía bien inmediatamente incorporaban esa variación del cante a su repertorio y la añadían a su forma de cantar como estilo propio. Hoy en día, por suerte o por desgracia tenemos todo tipo de aparatos que reproducen todos los cantes a la perfección, una y otra vez por lo cual ya no existen apenas cantaores y sí muchos buenos imitadores. Pero en fin esta no deja de ser otra de las muchas teorías sobre la evolución del cante flamenco Saludos
_________________Er. Santos

10 noviembre, 2007

En la peña El Chato de la isla de San Fernando

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